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Ida Vitale, poesía imprescindible

  • Foto del escritor: Hadriannus
    Hadriannus
  • 11 dic 2018
  • 2 Min. de lectura

En septiembre pasado, dos meses antes de que se le otorgara el Premio Cervantes 2018, Editores TusQuets publicó la segunda edición de "Poesía Reunida", de la poeta uruguaya Ida Vitale. Se trata de un libro fundamental para aquellos que quieran adentrarse en la obra de la veterana escritora oriental, que a sus 95 años continúa sorprendiendo al mundo literario por su lucidez y su esmerado cultivo de la palabra.

"Poesía reunida" recoge gran parte de la producción literaria de Vitale desde 1949 hasta la fecha, con una llamativa peculiaridad: la presentación del libro se encuentra al final del mismo. Ello tiene su explicación. El volumen coloca del presente hacia el pasado la mayor parte de la creación artística de la Cervantes 2018, cubriendo de esta manera casi siete décadas de una fecundidad poética pocas veces alcanzada.

"Muy precozmente vaticinaron su destino un poema de Gabriela Mistral, la fascinación legada por el mundo natural y la guía de José Bergamín -que escribió sobre ella en 1947: 'das fuego a sombra, en la ceniza llama,/asombras si iluminas, verde rama'".

Ayer tuve la fortuna de recibir del courrier el ejemplar que adquirí hace unos días de Casa del Libro, en Madrid.


A continuación les comparto uno de los poemas más bellos que he leído desde el inicio de mi lectura, procedente de su libro "Mella y criba" (2010):


"MI HOMENAJE


Mi homenaje

al que plantó cada árbol

sin pensar, para siempre.

O acaso imaginando al desunido

que un día lo convoca,

lo celebra.


A lo que no obstante el mediodía,

se da en glorioso atardecer.

A todo lo que ocurre

sin ser más que eso: algo.

Al conductor del ómnibus,

cumplido, sonriente,

que levanta una tarde

con su simple saludo.

Al pájaro que pía.

A quien en su país desvencijado

ose decir su parecer riesgoso.

Al que en el valle

recuerda que hay montañas

y en una gota de agua,

olvidando la niebla,

tiembla ante la sequía

y el desierto ofrecido.

Al banco cuya húmeda madera

me acoge y me refresca,

mientras el tormentoso verano

no da tregua.


Al hueco que busca

colmarse pese al vértigo

y a la gaita que llama a soledades

desde un acantilado.

Al que se acuerda de mí.

Al que me olvida".


 
 
 

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